
Durante su reinado, Felipe II planificó la mejora de la cabaña existente en España, no escatimando esfuerzos en el empeño. El gran trabajo realizado consiguió importantes logros en la selección del pura raza español. Sobre éste, el gran maestro de la equitación Francois Robinchon de la Gueriniere decía: "todos los autores han dado siempre la preferencia al caballo español y le han considerado como el primero de todos los caballos para el picadero, en razón de su agilidad, sus resortes y su cadencia natural. Le han estimado como el más propio para la plaza y para el lucimiento y la parada, por su gallardía, su gracia y su nobleza; y el más a propósito para la guerra en un día de acción, así por su mucho espíritu, como por su gran docilidad". Y añadía: "es el caballo español el más digno de ser montado por un rey en los días de triunfo".
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